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(aunque lejos aúlle un silencio, Alberto y Ester Pilone)

12/06/2024-10/08/2024

 

El viaje continúa siendo parte importante en la vida artística de Alberto (Argentina, 1914 - 1984) y Ester Pilone (Italia, 1920 - Argentina, 2010). No sólo la travesía transatlántica por miles de kilómetros que separan dos países distantes geográficamente y que ambxs artistas asumieron hacia fines de la década del 30 sino, principalmente, la de la imaginación en el tiempo que repercutió en el reacomodamiento de sus miradas entre dos sociedades diferentes, pero con algunos rasgos similares.

Los traslados que las moldearon comenzaron entre Argentina y Europa cuando Alberto, con cuatro años de edad se mudó con su familia a Italia para vivir por varios lustros y continuó con su retorno a nuestro país en 1937, dos años antes de que Ester viniera y también se asentara en esta “comunidad imaginada”. A su vez, a pesar de las constantes itinerancias laborales de Alberto como agrimensor en la provincia de Buenos Aires, lxs hermanxs lograron darse tiempo para estar juntxs propiciando varios puntos de encuentros: la asistencia al taller de Cecilia Marcovich en Argentina por separado, de la que podemos inferir recomendaciones, anécdotas y recuerdos; la participación activa en la escena artística “caliente” de Buenos Aires luego de la Revolución Libertadora (1955) en torno al “arte nuevo”; el viaje estético que llevaron adelante por España, Francia e Italia en 1963; la única exposición que realizaron juntxs en Galería Van Riel en 1969; los últimos años de sus vidas estando cerca. Así y aquí, la operación de volver a reunir intersticios de sus miradas artísticas en una muestra asume el reto de propiciar que esta itinerancia continúe, en la que el viaje se relocaliza en nuestra actualidad.

En 1969, en aquella oportunidad a raíz de la muestra Ester Pilone pinturas. Alberto Pilone esculturas en Van Riel (Buenos Aires), lxs hermanxs realizaron algo inédito: juntxs, y cada quien con su particularidad, operaron una juntura en esta costura del tiempo. En las salas de la galería exhibieron obras “nuevas”, articulaciones formales por las que eran más conocidxs en esa escena en ebullición. Allí entonces, mostraron la cercanía que mantenían con la materia pastosa y sus modulaciones con los cinceles, los pinceles, las espátulas, sus manos en el volumen o en el plano. Ahora, en esta nueva parada del itinerario, el tiempo se expande y reúne artefactos producidos a partir de la década del ’60. En el caso de Ester, alguna pintura que participó de aquél hecho único como también otras realizadas en la década siguiente. En el caso de Alberto, piezas producidas desde los ’60 hasta los ’80. Es nuestra intriga develar qué es lo que tienen para decirnos en esta coyuntura socio-política y, a su vez, qué es lo que podemos preguntarles en nuestra articulación simbólico-afectiva con respecto a su inserción en la historia.

Es más que probable que el lugar de encuentro entre esas miradas haya sido el espacio íntimo en el contacto con la materia, ya fuera cemento, piedra, óleo o dibujo. Un área que opera como punto de anclaje para una identificación particular, con imágenes como íconos que cruzaban a ambxs, a las que le añadían matices, le sacaban materia, las coloreaban en vibración. En este punto de convergencia, donde claramente hubo más tiempo que espacio, la mano se hacía presente como herramienta para la configuración de imágenes, como modeladora de formas, como utensilio desde donde construir mundos. Es la mano que moldea el cemento, que esparce óleo en el lienzo, que toma al lápiz en el dibujo la que vehiculiza ese trecho entre ella y las miradas que configura un viaje fácticamente corto, quizás inexistente. Pero mientras ella que moldea guiña a la mirada y ésta recorre la performatividad de la otra en su cualidad artística, se amalgaman en una y otorgan figuras de potencialidad totémica, trapecistas entre la abstracción y la figuración, hurgando en una posible relación de fuerzas primarias: una síntesis de imágenes que parecen intuiciones, tótems del futuro que coinciden desde el pasado en nuestro presente.

En este vaivén entre “lo primitivo”, “lo arcaico”, lo pétreo, lo tumultuoso y lo sereno confabulan un contrasentido: anuncian contenidos espirituales proyectados desde el pasado al futuro, a nuestro presente. Y es desde aquí que las observamos en esta ronda. 

 

Sebastián Vidal Mackinson.

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